Esas dos pequitas que estiran la lengua, lunares chiquitos, coronan cabezas de las úes mudas. Manchitas al viento sobre la escritura. Un par de guisantes bajo un gran colchón, me quitan el sueño.
Qué parte de ti es comprensible qué curva de tu cuerpo calcula la derivada del tiempo qué lenguaje antiguo transcribe tu sonrisa qué sombra es capaz de tatuar la luz que en tu piel espejea.
Si tu caricia es dada, me sobra el cielo. Tu gesto abre el camino hacia los sueños. Y cuando miras, tu mirada eleva un mar delicuescente.